La lucha por la existencia hace que el ser humano de rienda suelta a la imaginación, crea, inventa acciones que permitan obtener recursos para el sustento diario de la familia, sin importar el cómo y el dónde, simplemente es la necesidad de subsistir.
Fulton Caraguay, un ciudadano de origen Lojano, nacido en Chuquiribamba, es el protagonista de esta historia de vida, de fe, de constancia y perseverancia, de lucha contra la adversidad, porque lamentablemente por esos avatares de la vida, de ser un próspero comerciante, propietario de un almacén de electrodomésticos, simplemente de la noche a la mañana, paso a convertirse en un trotamundos, en un nómada que tiene como su almacén la calle y como su casa algún pedazo de suelo baldío.
Apareció de pronto instalado en la Avenida Cumandá, arteria principal del cantón Palora, de inmediato se volvieron visibles algunos anuncios que daban cuenta de la presencia de una persona que como dice el dicho, tenía siete oficios (a lo mejor, hasta más) pero también tenía catorce necesidades.
Según los anuncios era comerciante, fisioterapista, traumatólogo, quiropráctico, médico, coleccionista, motivador, psicólogo, en fin; frases como estás daban cuenta de aquello, arreglamos columnas, sobamos lisiados, hago masajes, quiropraxia, compro antigüedades, monedas, reliquias, vendo ropa usada, bolsos, alquilo coches, en fin.
Con nostalgia cuenta que hace años fue un próspero comerciante, lamenta que por cosas del destino perdió su hogar a su esposa y a sus hijos, lo cual, lejos de ser el motivo de su perdición, al contrario, fue lo que lo motivo a tomar impulso para salir adelante y no le quedo otra cosa que pensar en un emprendimiento.
La compra venta de antigüedades, objetos, reliquias, etc; fue el inicio de esta actividad que a su criterio, le ha dado para subsistir, combina con otras actividades relacionadas a la salud, a la recuperación anímica y al comercio en general, las calles de pueblos y ciudades del país, por el momento son su hogar, por eso agradece a las autoridades que al concederle un permiso, le dan la oportunidad de vivir, un día aquí, otro día allá.
El gran atractivo de esta historia fue la presencia de un parque automotor conformado por 5 vehículos rudimentarios (coches de madera), en primera instancia, se creía que eran para la venta, pero no, eran de alquiler, para niños y adultos, un dólar los veinte minutos, necesariamente tenía que ser con copiloto, porque mientras el uno conduce, el otro debe quemar combustible empujando.
Y así de esta manera, concluye esta historia porque el protagonista luego de posar para la foto para El Observador, se vio en la necesidad de despedirse porque en ese momento llegaba un vehículo que lo transportaría a él y su compañera junto con sus tereques y los vehículos de su propiedad, hacia otro destino donde seguramente se convertirá en la nueva residencia de Don Fulton Caraguay por otros cuantos días.