Un sitio digital informó en días pasados que, según datos del INEC y la CAF, más de seiscientos mil jóvenes no estudian ni trabajan en el Ecuador. Siendo Guayaquil la ciudad con mayor porcentaje de ellos, un 18%. Se los denomina el grupo de los ninis (ni estudian ni trabajan). Esta estadística se ve preocupante, ya que los ninis vienen en aumento, en 2007 eran cerca de doscientos cincuenta mil.
Para algunos, esta estadística se lee como un riesgo para la productividad y el crecimiento a mediano y largo plazo.
Pero hay otros datos que hacen de este problema un tema más profundo,
En el mismo informe se indica que el Banco Mundial reportó que dos de cada tres ninis en Latinoamérica son mujeres, pero en Ecuador el número es mayor, elevándose hasta el 72%, y se indica al embarazo adolescente como factor más importante para caer en la condición de nini.
Es evidente que el problema es más grande que un dato estadístico, si entendemos la educación como un proceso que no está solo para promover las competencias básicas tradicionales y facilitar el acceso al mundo laboral.
En 1996, la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, presidida por Jacques Delors, presentó a la Unesco un informe en el cual propuso cuatro pilares para la educación, dejando claro que la educación debe proporcionar los elementos necesarios para ejercer la ciudadanía con plenitud, contribuir a una cultura de paz y la transformación de la sociedad.
Estos pilares son: Aprender a conocer, que significa adquirir los instrumentos de la comprensión, a través del aprender a aprender y el ejercicio del pensamiento; Aprender a hacer, que se refiere a poder influir en el propio entorno y que contempla la calificación profesional para el mundo del trabajo; Aprender a vivir juntos, que hace relación a la participación y cooperación con los demás, y Aprender a ser, proceso fundamental que implica el desarrollo de la propia personalidad y el desarrollo de la autonomía, juicio y responsabilidad personal.
También refiriéndose a otro enfoque de la educación, el filósofo español Fernando Savater resalta la importancia de formar ciudadanos capaces de utilizar de una manera crítica, constructiva e inventiva las instituciones democráticas, identificando tres niveles como propósitos en la educación: el laboral, el cívico y el humano.
Entonces, viene una preocupación cuando pareciera que la educación es una estadística ligada solo al desarrollo económico, viene una preocupación sobre el tipo de discusiones que tenemos sobre la educación.
Hay que recuperar la conversación, porque al final del día, la carencia o desenfoque de la educación genera a mediano y largo plazo un impacto mucho mayor que nuestros cotidianos y recurrentes temas de la corrupción y el piso 17 de la Selección.
Como leí en alguna parte, un ser humano nunca se queda sin ser educado. Antes o después es educado. El problema es por quién, por la TV, la pandilla del barrio o los buenos educadores, hay que ver quién llega primero.(O)
Por: Enrique Rojas