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El dinero y la felicidad

por Andres Ortega

– Vea compadre Indiscreto… ¿Usted cree que el dinero trae la felicidad?

– No compadre Ulbio; el dinero es solo una herramienta. Lo que nos hace felices es nuestra inteligencia, y solo si utilizamos inteligentemente esa herramienta podremos ser felices… ¿Por qué lo pregunta?

– Pues, porque tanto nuestro prefecto como los alcaldes de Santa Clara y Arajuno dizque están felices saltando en chulla plata porque el Lenin ya les ha dado platita para hacer obras.

– Bueno; por ahora lo que deben estar es “contentos”, no “felices”; pues hay mucha diferencia en ello.

– ¿Y cuál es la diferencia entre estar contento y estar feliz?

– Por ejemplo; si a usted le cae una buena chaucha y se gana bastante platita, entonces se siente contento. Pero si usted gasta ese dinerito en algo bueno; por ejemplo, la educación de sus hijos, entonces se sentirá feliz.

– ¿Y si no?

– Ahí es donde entra la inteligencia. Si usted coge esa plata y se va de parranda y la malgasta toda; entonces su mujer le deja medio muerto. Eso quiere decir que el dinero bien puede traernos dicha como desgracia, y es la inteligencia la que nos ayuda a decidir por la primera opción.

– Tiene usted toda la boca llena de razón, compadre. O sea que nuestras autoridades seccionales por ahorita solo están contentas.

– Así es compadre; así que si ellos son inteligentes e invierten correctamente ese dinerito haciendo buenas obras y bien hechas, entonces serán felices y nosotros también lo seremos.

– Entonces, eso quiere decir que finalmente el dinero sí trae la felicidad.

– Pero mediante la inteligencia, compadre Ulbio. No olvide que en nuestra jurisdicción se han hecho anteriormente grandes obras, muy necesarias, pero que finalmente solo nos han traído dolores de cabeza; porque no medió la inteligencia sino la brutalidad de las autoridades.

– Eso sí compadre; vuelve a tener toda la boca llena de razón.

– Por eso una autoridad es buena ya sea con poco o con mucho. Por ejemplo, cuenta una leyenda que una vez se reunieron los alcaldes de dos ciudades vecinas…

– ¿Y qué pasó en esa reunión?

– Que el alcalde anfitrión le dijo al visitante: “¿Quieres que te demuestre cuánto me ama mi pueblo?”

– ¿Y cómo le demostró?

– Pues salieron al balcón y ante la multitud que ahí estaba concentrada el alcalde local exclamó: “¡Querido pueblo! ¿Quién soy yo para ustedes?” Y todos respondieron al unísono: “¡Nuestro papá! ¡Nuestro papá! Entonces el burgomaestre volvió a preguntar: “¿Y qué quieren?” y ellos le respondieron: “¡Plata! ¡Plata!” Entonces el alcalde tomó billetes de una bolsa y los lanzó al público diciéndoles: “¡Tengan hijos míos!”

– ¿Y qué pasó después de eso?

– Pasó que el otro alcalde, picado, quiso hacer en su ciudad la misma demostración; así que invitó al otro alcalde a su tierra y así mismo salieron al balcón y preguntó a sus ciudadanos: “¡Querido pueblo! ¿Quién soy yo para ustedes?” Y todos respondieron al unísono: “¡Nuestro papá! ¡Nuestro papá! Entonces el burgomaestre emocionado les preguntó: “¿Y qué quieren?” y ellos le respondieron: “¡Ser huérfanos! ¡Ser huérfanos!”

– ¡Chuta!… jajajajaja… ¡Se ve que a este alcalde le odiaban!

– Así es compadre; puede haber mucho dinero de por medio, pero si la autoridad es deficiente su pueblo no será feliz y le despreciará.

– Bueno, ahora sí entiendo la diferencia entre estar contento y estar feliz. ¡No ve a la señora gobernadora! Una noche de contento le ha traído mucha infelicidad.

– Así es compadre; luego de una noche de copas una noche loca, como que se ha descompuesto la señora. Esperemos que se recupere muy bien y se tranquilice, para que así pueda enfrentar tantos problemas como ese de la Té Zulay que nos tiene a todos en zozobra.

– Sí compadre; es como la manzana de la discordia.

– Más bien como la papaya de la discordia; porque a ese problema está que le dan y le dan papaya y nada de solucionarlo de una vez por todas. Por utilizarlo irresponsablemente como pieza política van a provocar hasta matanzas.

– ¿Cree usted que se solucione algún día ese problema?

– ¡Claro compadrito Ulbio!… Cuando yo sea gobernador lo soluciono en tres patadas.

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