¿¿Se ha puesto a pensar en lo rápido que pasa la vida??
Cuando tenemos 7 soñamos con ser grandes. Cuando tenemos 17 queremos cumplir 18 para, por fin, hacer lo que supuestamente nos plazca, pero es entonces cuando empezamos a ver que, entrar en el mundo adulto, no solo contempla derechos sino también responsabilidades y que cada acción desatinada puede generar impredecibles consecuencias que se acarrearán por años.
Cuando tenemos 27, si tuvimos la suerte de encontrar empleo, queremos más dinero para poderlo gastar y gastar, comprando todo lo que nos gusta. Luego llegamos a los 37 y empezamos a extrañar aquellos años en que veíamos la vida, como un extenso camino por recorrer… Y así pasan los segundos, las horas, días, semanas, meses y se va la vida.
En ese trayecto, que se asemeja al trajinar de un tren, con sus paradas, cambios de rutas y trasbordos, conocemos mucha gente que, en unos casos, aportan en nuestras vidas, y en otros casos, dejan secuelas difíciles de superar.
Creo que mientras tengamos vida, jamás debemos olvidar a aquellas personas que contribuyen a forjar nuestra personalidad y carácter. Nos brindan su amistad sincera, una sonrisa desinteresada, nos dan consejos oportunos, apoyo moral y palabras de ánimo, en el momento correcto.
Muchos de esos seres que actúan como ángeles en un momento de nuestras vidas, se nos adelantan en el camino y fallecen antes de lo que nos pudiéramos imaginar. Y es un dolor tan grande no haber tenido la oportunidad de despedirnos, de darnos un abrazo en vida. Y aunque siempre es bueno honrar a nuestros seres queridos una vez que hayan muerto, estoy convencido que toda acción personal, tendrá mayor valor si se la realiza en la vida terrenal que todos conocemos.
Es por eso, que cada vez que tengo la ocasión, especialmente cuando tengo vacaciones, hago una lista de esas personas importantes que han dejado un legado en mi vida y voy a visitarles, sea en su trabajo, o en su casa. Les hago una invitación a una cafetería o a cualquier lugar en el que podamos encontramos para conversar de lo bueno y malo de las experiencias que hemos podido acumular con el transcurrir del tiempo, sin vernos.
Les dedico un día de mi vida, las horas que sea posible de ese día, para pasar con aquellas personas especiales. Siempre me despido con un fraternal abrazo que se ha constituido en un nutriente para mi alma.
Solo espero tener vida, para poder cumplir al menos una segunda ronda, antes de irme del planeta tierra.
¿¿Y usted amigo lector, a quien o a quienes, dedicaría un día de su vida??