– ¡Compadre Ulbio! ¡Bien que le veo! Tome esta flor; como dicen: “una flor para otra flor”, jeje je.
– ¡Ya va a empezar usted otra vez con sus payasadas, compadre Indiscreto! ¡Estando bien bonito ya va a hacer revirar el hígado!
– No se esponje, compadrito. Si le doy esta flor es para que la obsequie a la suya; aprovechando que sobraron hartas flores.
– ¡¿Sobraron flores?! ¡¿De qué o de dónde pues?!
– ¿No ve que el señor alcalde ha mandado a comprar todas las flores habidas y por haber para entregar a las mujeres en su día? ¡Y las bonitas nada de asomar a recibirlas!
– ¡Tremendo desplante, compadre!
– Síii, pues. Y las que sí recibieron, lo hicieron así como quién dice de mala gana; como diciendo: “Flores en un día y maltrato todo el año; en vez de flores queremos más afecto, cariño, buenos tratos, buena paga y vivir en condiciones más dignas”.
– Por eso, mejor no me dé nada para regalarle a mi mujer, que con lo mismo me ha de mandar dando. Mejor hay que esperar que las aguas se calmen para hacerle un justo homenaje.
– Así es, compadre; las cosas como que están muy tensas hoy en día.
– Imagínese, y yo en casa soy minoría.
– Más bien, mandarina.
– Bueno, bueno; mejor sígame contando.
– Y así compadre; mientras el burgomaestre, por un lado, esperando para repartir las flores; ellas mejor marchando por las calles, con voz de protesta, así como cuando su mujer le grita en la casa, duro, duro.
– ¿Y qué gritaban?
– ¡Qué más van a gritar, pues! Que se acabe el machismo, la violencia de la que son víctimas, el abuso, el maltrato, la discriminación, la desigualdad, los femicidios…
– ¡Virgen Santa! ¡Los femicidios que son el pan de cada día!
– Y así reclaban y protestaban por muchas cosas más.
– Chuta… si hubiese sido con guante, les hubiese quedado negro el ojo a las autoridades, jejeje.
– Además, como la naturaleza tiene corazón de mujer, también gritaron de paso a favor y en defensa de la Pachamama; para que se acabe la contaminación que tanto daño le hace, la explotación petrolera, la extracción minera que está contaminado el agua, el suelo y enfermando a sus hijos…
– Con gran razón, pues compadre. ¡No ve como la explotación maderera que está acabando con el bosque y dejando desierto y desolación por todos lados!
– ¡Ya ve, compadrito! ¿Cómo le quedó el ojo?
– ¡Jesús, María y José! ¡Peor hubiera sida si salía mi mujer! ¡Ahí sí se hubiera armado tal relajo que habría temblado toda esa fauna de polítiqueros!
– ¡No le digo, compadre! ¡Si hasta se metieron con el 4×4! Al Presi me refiero, jeje. Dizque por su inoperancia, que en esta pandemia ha dejado morir a cuántas mujeres, cuántas madres, hijas, suegras…
– Bueno, por algunitos se alegrarán por las suegras… ¡Yo no, eh! Porque mi suegra es chévere!
– ¡Ya, ya! Por quedar bien con su suegra…
– Claro, no ve que nos ha de estar leyendo…
– El caso es que con esta pandemia y con un pésimo gobierno para enfrentarla, muchas han quedado sin maridos, sin padres, sin familia y la atención no llega a todos los sectores.
– ¡Peor con eso de las dichosas vacunas! Más parece que están llegando en silla de ruedas, a paso de tortuga. ¡¿Y cuándo vacunarán al pueblo, pueblo?!
– Al señor prefecto le pasó algo parecido: mientras andaba visitando a todas sus mujeres, digo a sus compañeras mujeres; la viceprefecta salió a decir: “que predique con el ejemplo”. Ella, la pobre que ha pasado todo este tiempo sin funciones, relegada, sin vehículo, sin secretaria, sin asesores, sin nada, ha salido incluso a nivel nacional ha denunciar todos estos actos de injusticia y maltrato, al punto que le han ofrecido que ya van a reformar la ley para que todos los y las vices tengan sus propias funciones definidas.
– Así que como dijo mi señora: “si me vas a dar algo, dame en plata, y sino que por lo menos que sea un buen trato; porque no quiero agasajos en un día y mal trato todo el año”.
– Y ella tiene toda la boca llena de razón. ¡No hay nada que festejar aún! Las mujeres tienen todavía mucho por qué luchar hasta lograr una sociedad más justa y equilibrada.