– ¡¿Qué le pasó compadrito Ulbio?! Parece que se ha quedado a dormir aquí toda la noche.
– Así tocó, pues compadre Indiscreto; tuve que quedarme a dormir en el taller… ¡No ve que mi mujer me mandó sacando de la casa!
– ¡¿Otra vez?! ¿Y esta vez por qué fue?
– Estábamos todo bien, muy cariñosos; cuando de pronto ella me dice: “Mi vida, dime algo dulce”.
– ¿Y usted que le dijo?
– Pues, le dije: “Caramelos”. Entonces ella me dice: “No; dime algo lindo”.
– ¿Y qué le dijo usted?
– Entonces yo le dije: “Cachorritos”. Entonces ella ya medio esponjada me dice: “¡No! Quiero que me digas algo sexy…”
– Y, ¿qué le dijo usted?
– Yo le dije: “¿Algo sexy?… Pues, la vecina”. Y ahí fue cuando empezó la bronca.
– ¡Vaya, vaya! ¡Qué compadre! ¡Pero, cómo le va a decir eso a su señora! Pero bueno, al menos consuélese en que no es el único al que le han mandado sacando en estos días.
– ¡¿Cierto?! ¡¿A quién más le han mandado sacando?!
– Pues al pobre Pablo…
– ¿Cuál Pablo?
– El López, pues.
– ¿Cuál López?… No me conteste.
– Ese mismo; el que era el adalid del Consejo de la Judicatura. Viera que estando bonito, gozando de buena salud; de la noche a la mañana le dijeron: “Dios le pague”.
– ¡¿En serio?! ¡¿Y cómo así ah?!
– Mmm… Si el jueves nomás le entrevistaron sano y salvo… ¡Y para el domingo es aceptada su renuncia!
– Pero… ¿Qué pasó? ¿Qué hizo? ¿Cuál fue el motivo?
– Eso nadie sabe, y hasta creo que ni él mismo lo sabe; solo que la noticia le cayó como balde de agua fría.
– ¿Será que renunció voluntariamente?
– Eso no lo creo; porque algo hubiera anunciado en la entrevista, o por lo menos se hubiera ido despidiendo, haciendo un recuento de su trabajo en estos dos años de gestión; mas todo lo contrario, no quiere dar la cara, no quiere pronunciar palabra, no quiere decir ni pio…
– Por lo que parece, el viserazo vino desde arriba; ¿ahora de quién?… ¡Vaya usted a saber!
– Ahora la gran pregunta es: ¿Quién vendrá en su remplazo? O mejor dicho: ¿A quién pondrán? ¿Cuota de quién será?
– De pronto de la nueva presidenta de la Corte Provincial de Justicia que, vaya extraña coincidencia, ella se posesiona y el director… ¡Pa’ su casa! Jeje.
– Pero bueno, hoy ya es anima bendita. Ojalá por ahí le aparezca en otro carguito, como suele suceder. A veces una puerta se te cierra y otra mejor se te abre.
– ¿No ve con el ahora ex gerente del banco del Pacífico? Ni bien la oficina sucursal Puyo cerró sus puertas la semana pasada y ya le están dando la bienvenida a la gerencia del BanEcuador.
– Es decir, solo se cambió de banquito. ¡Vaya suerte que tiene! Jeje. ¡Y todo en un abrir y cerrar de ojos!
– Si hasta parece que ha estado rezando para que el Pacífico se cierre rápido, para inmediatamente asumir la gerencia del otro banquito, jeje.
– Ahora: ¿Quién lo puso? ¿Cómo llegó hasta allí? ¿A qué santo se encomendó? otro laberinto de preguntas que nadie puede responder.
– El hecho cierto es que mientras unos entran otros salen. Ya parece la casa de mi vecino; que, mientras él sale, otro entra y nadie sabe para qué, jeje.
– ¡Vaya, compadre! Criticando la casa de su vecino y ni usted mismo sabe qué pasará en la suya mientras se queda a dormir en el taller.
– ¡Uy! ¡Calle nomás compadre! No me diga esas cosas que ya me hizo preocupar.
– Yo digo nomás; hay que estar atentos en esas cositas. No vaya a verle a su mejer en poco tiempo ante el juez:
– Pero señora ¿por qué se quiere divorciar?
– Es que mi marido me trata como a un perro.
– ¿Acaso le pega, la maltrata?
– NO… ¡Quiere que le sea fiel!!