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Entre engaños, desengaños y zombies

por Andres Ortega

– Hola, compadrito Ulbio. ¿Qué le pasa que le noto medio contrariado?

– Nada, compadre Indiscreto; es que tengo la leve sospecha de que mi mujer me engaña.

– ¿Y por qué piensa eso, compadre?

– Pues, porque resulta que ya nos hemos cambiado tres veces de vivienda.

– ¿Y eso qué tiene que ver?

– Pues, que el lechero sigue siendo el mismo.

– No piense tonteras, compadre. ¡Solo porque no cambia el lechero! A lo mejor es porque no quiere perder la clientela y por eso les persigue a donde vayan.

– Puede ser, compadre.

– Tranquilo, compadrito. Aunque en el amor hay traiciones, engaños e ingratitud; peor es en la guerra… ¡Y mucho peor en la política!

– No creo que los políticos tengan que pasar las mismas cosas que los enamorados.

– ¿Las mismas cosas? ¡Dirá: peores cosas! ¿No ve lo que les pasa a los pobres pachakutiks?

– ¡¿Y qué es lo que les pasa a los pachas?!

– Como usted sabrá, resulta que en las elecciones anteriores le apoyaron a ojo cerrado al hoy alcalde Oz; confiaron en él, le brindaron todo su respaldo, lo trataron como a uno de los suyos y lo llevaron al poder.

– ¿Y eso qué tiene?

– Pues, pensaron que era el candidato joven, nuevo, que iba a marcar la diferencia… Pero no fue así. Hasta llegar nomas ha sido, ya dentro de la alcaldía nones, ni te conozco, jejeje.

– Algo he escuchado de eso; como que andan distanciados…

– ¡¿Distanciados nomás?! Uuuuu, yo diría que andan bien cabreras. Figúrese que el Marlon Santi, siendo que es el coordinador nacional del Movimiento, dice que por tres ocasiones intentó ser recibido para dialogar con el alcalde y nunca le paró balón.

– ¡Pero, qué descortesía!

– ¡Claro pues! Si dizque lo tenían afuera esperando como cualquier ciudadano y nunca lo hicieron pasar a hablar con el alcalde.

– ¡Pero, qué barbaridad! Eso sí que ha estado bien turro.

– ¡Peor! No se diga de los planes de trabajo, los ofrecimientos de campaña. Por ejemplo, la creación del departamento de las nacionalidades autónomo, con presupuesto propio, que fue con lo cual los convenció… ¡Naranjas! ¡Ahora busca quien te dé! Chiiii…

– Peor que esposos cuerneados.
– Por eso dijo que se sienten engañados, traicionados, burlados y mal pagados.
– Después de haber andado juntos, comido del mismo plato -como se dice-, vestido con la palla y los colores del arco iris, las plumas en la cabeza, resulta que solo les ha utilizado y nada más.

– Así es, compadre; y es lo que más les duele.

– Pues, es comprensible, compadre.
– Pero, lo más indignante resulta que, como ahora ya se acaba la teta y se vienen nuevas elecciones, y como seguramente querrá ir por la reelección… ¡Los está mandando a llamar!

– Uuu… ¡¿Los está buscando nuevamente?! Jajaja.

– Así mismito. Que necesita conversar…

– Pero qué va; no creo que los pachas sean tan giles como para volver a caer en lo mismo.

– Es lo que dice el Marlon: ¡Nones! Con la misma vara que mides serás medido. Dice que no está dispuesto a dialogar con ese alcalde mal agradecido; porque manos que dan reciben, y dando y dando pajarito volando.

– ¡Elé! ¡Toma chango tu banana! ¡A buscar otro que te apadrine! Jeje.

– Bueno, compadre; le dejo. Me voy a seguir trabajando.

– ¿Y en qué está trabando últimamente?

– Pues, últimamente estoy dedicado a matar zombies.

– ¡¿A matar zombies dice?! Pero, si los zombies no existen.

– Claro que no existen; porque ya los he matado a todos. Solamente quedan los zombies de la política; aquellos que sin haber hecho gran cosa por sus conciudadanos aún quieren reelegirse.

– ¡Cuidado nos deje sin alcalde!

– No se preocupe, compadrito; que yo a los zombies políticos los mato pero con la indiferencia.

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