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ESE PROBLEMA LLAMADO ASAMBLEA NACIONAL

por Andres Ortega

La discusión de los temas más importantes del país pasan ineludiblemente por la denominada “Casa de la democracia”, nuestra honorable Asamblea Legislativa. El sistema de democracia representativa que tenemos nos obliga a elegir representantes cada cuatro años para que desde Quito tomen decisiones por nosotros, casi siempre a nuestras espaldas y sin una verdadera rendición de cuentas. La mayor parte del tiempo esos representantes hacen todo menos representar de verdad a los ciudadanos que los eligieron.

  Hace días los Asambleístas dieron muestras una vez más del nivel de calidad de nuestro legislativo. Con discursos pseudo religiosos y presiones políticas de parte de sus líderes partidistas, varios legisladores votaron en contra de la despenalización del aborto en casos de violación, sin un verdadero debate sobre este problema de salud pública. Los temas sensibles de nuestra sociedad son definidos en cálculos electorales disfrazados de “moral”, y la religión es utilizada a conveniencia.

  El mismo día los legisladores votaron en contra de incluir en el COIP la incautación de bienes de los implicados en casos de corrupción. Una herramienta que serviría para recuperar lo robado en delitos de corrupción, no solo en casos pasados sino en posibles actos de corrupción futuros. En este tema a los asambleístas se les olvidaron los principios morales que tanto invocaron en el debate previo. Olvidaron que “no robarás” también es un mandamiento divino. 

  Una vez más la Asamblea demuestra su falta de respuesta a los problemas del país. Todos los legisladores sin excepción tienen discursos estridentes en contra de la corrupción, pero cuando llega el momento de actuar brillan por su ausencia. Todos son buenos para denunciar la corrupción de sus rivales selectivamente, legislan y fiscalizan a conveniencia, según sus intereses partidistas y particulares. Cuando hay que impulsar reformas reales prefieren ausentarse o simplemente proteger sus intereses.

  De seguro esta será también la lógica que se aplicará en el debate de las reformas al Código de la Democracia. Hay temas urgentes que deben modificarse como el financiamiento de las campañas políticas, las sanciones a los candidatos que gasten en exceso, el método de asignación de escaños, entre otros. Pero, ¿cómo confiar estas reformas a los que quieren que se mantenga el status quo del sistema?, ¿cómo confiar en una clase política que solo mira por sí misma y difícilmente se autoimpondrá límites o sanciones?

  Por cierto, a todo esto, olvidé mencionar que la noble tarea que realizan nuestros legisladores es remunerada con tan solo casi cinco mil dólares al mes que pagamos todos los ecuatorianos. Definitivamente, se necesita limpiar de raíz esa clase política enquistada en la Asamblea Nacional.

Lic. André Granda

Politólogo

dregranda@gmail.com

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