– Venga acá, compadre Ulbio; con usted me gusta chismear, digo conversar. ¿Qué hay de frescas?
-Hablará bonito, compadre Indiscreto; ni siquiera saluda y ya empieza con las indirectas. ¿Cuándo me ha visto a mi de chismoso? ¡Nunca!
– ¿Nunca compadre? Nunca; pero que me late que usted algún tiempo fue reportero del Extra, jajaja.
– Mejores… me retiro nomás compadre. Con usted no se puede. ¡Siempre con sus sátiras!
– ¡No se vaya compadre! Venga, venga. ¿Supo lo de los nuevos cargos?
– ¿Cuáles cargos, compadre? ¿De qué o qué?
– ¡De eso, pues compadre! Que el gobernador por fin le ha hecho justicia a la intendenta, ratificándola en el cargo de manera oficial.
– ¡Que bueno, compadre! ¡Ya era hora! Nosotros sí decíamos que la pobre más lo que pone el pecho a las balas y lo único que se gana son enemigos.
– Y encima de eso seguía con su sueldo de teniente político.
– ¿Ya ve compadre que esa si es una buena noticia?
– Ahora también al Jesusito Vega le ha nombrado jefe político, en reemplazo del señor Vaca. Ahora él, haciendo honor a su sagrado nombre, dizque es bien honrado y transparente.
– ¡¿Transparente?! ¡Ni que fuera el hombre invisible!
– ¡Nada de eso, compadre! Él no es de aquellos funcionarios “invisibles”, o sea que nadie les puede ver.
– Bueno, eso sí, y como es Jesusito capaz que hasta hace milagros.
– Aquí, el que está haciendo los milagros de última hora es el señor gobernador. Figúrese que de comisaria nacional ha puesto a una guagua bien bonita, parece reina, Samantha Vaca.
– ¡¿O sea que cambiaron Vaca por Vaca?! Ese no me parece un buen trueque.
– ¡¿Pero no le estoy diciendo que esta Vaca está mucho mejor?! Porque la muchacha, aunque es muy joven, dizque ha sido vieja militante del movimiento Creo.
– ¡No le creo! Si es joven… ¡Cómo va a ser vieja militante!
– Pues, creo que desde el nacimiento de Creo nomás, al igual que el Jesusito. Lo importante es que ahora sí están poniendo a los verdaderos militantes de aquella tienda política.
– Desde el nacimiento hasta la defunción, digo; porque creo que Creo ya está con un pie en la tumba.
– Puede ser; pero lo que si me da pena es el caso del pobre “abogado del pueblo”.
– ¿Y por qué le da pena el abogado del pueblo? Si a él también, por ser fiel militante, le han premiado como director del Mies. Por eso el anterior, el Marquito Freile, ha tenido que renunciar… ¡Y tan bien que venía cumpliendo con su trabajo!
– Bueno, más que renunciar, le dijeron gracias por sus servicios y lo mandaron para su casa. ¡Ele! Ya van quince días y el cargo está en acefalía, sin cabeza que lo dirija.
– ¡Pero, qué barbaridad! ¡O sea que de gana le han hecho renunciar al Marquito! ¡¿Y cuál es el problema del abogado del pueblo para que no entre a desempeñar sus funciones?!… ¡¿O no le dejan?!
– Las que no le dejan son las ex. ¡¿No ve que ha tenido cargas?! Y le han dicho que si no cargas con tus cargas te olvidas del cargo.
– A ver, a ver… ¡¿Cómo está eso?! Explique bien que no entiendo, más parece trabalenguas.
– Con “cargas” me refiero a los guaguas. No ve que para entrar a un trabajo siempre le preguntan: “¿Cuántas cargas tiene?” Y uno responde: “Tengo tres hijos”.
– ¡¿Y solo por tener hijos no le dejan posesionarse?!
– Es que, como el señor ha sido de vida alegre y ha tenido hijos regados a diestra y siniestra, las demandas no se hacen esperar. Por lo tanto, mientras no cumpla con sus responsabilidades de buen papá, no puede asumir ningún cargo público.
– O sea, como se dice vulgarmente, le jodió el impuesto al banano.
– Eso, compadre. No quería utilizar esa terminología vulgar porque soy una persona culta; pero, ya que usted lo menciona… ¡Eso mismo compadre! Y como la suma dizque supera los 7 mil dólares… ¡Uuuu! ¡Está fregao! Tratando de arreglar con la una y luego con la otra, aunque sin plata de por medio, solo con promesas.
– ¡Chuuuta, compadre! ¡O sea que está peor que usted! Que también es de los mismos, no se me haga el santo. ¿Y ahora quién lo salva al abogado del pueblo?
– Ahorita, nadie compadre, ni el Chapulín Colorado. Al menos que, como hombres solidarios que somos, hagamos una colecta para ayudarle. Así toca, hoy por ti y mañana por mí.
– Bueno, por usted será, porque yo no ando en esas andanzas. ¡No ve que la alegría de un momento se convierte en penurias de toda la vida! Por eso, más vale pájaro en jaula que mil pajaritos volando, jejeje. ¡Pobre abogado del pueblo!