– Oiga, compadre Indiscreto… ¡¿No me prometió que iba a venir bien tempranito hoy día para ayudarme con este motor?! ¡Fíjese! ¡Ya van a ser las once y recién se aparece!!!
– No se me esponje, compadrito Ulbio; la culpa tiene ese gallo que usted me regaló.
– Pero si ese gallo es bien madrugador; desde las cinco de la mañana ya está cantando.
– ¡¿Quéee?! ¡¿Acaso me lo regaló para que me cantara?! Pues yo creí que era para que me lo comiera.
– ¡Ele! ¡Que’s pues, compadre! ¡No me diga que se comió al gallo!!!
– ¡Claro pues, compadre! Y por haberme comido ese gallo me agarró una churreta que ni le cuento; y por eso no pude venir temprano.
– En cambio yo estoy aquí en el taller desde las seis de la mañana.
– Pero tampoco hay por qué exagerar, compadre. El cuerpo también necesita descanso para funcionar bien.
– ¿Qué no ha oído ese dicho que dice que al que madruga Dios le ayuda, compadre?
– Entonces, si Dios ya le está ayudando… ¡¿Para qué me quiere a mí?!
– Pues, Dios me ayuda dándome trabajito y usted en cambio me ayuda a levantar los motores y a pasarme las herramientas.
– Sí; pero, acuérdese que también hay un dicho que dice que no por mucho madrugar amanece más temprano.
– Pues, eso dígales a esos políticos que ya están en plena campaña rumbo a las elecciones seccionales.
– ¡Pero si todavía falta más de año y medio para las elecciones!
– Sí; pero ahí está. El Pato García que ya anda con sus adhesivos en los carros, el amigo del pueblo
Rulo Tello que camina por las comunidades ofreciendo como siempre el oro y el moro para llegar a la prefectura, el Richard Falconí que también quiere llegar a la alcaldía…
– ¡Uy! Se ve que están ansiosos mismo… ¡La crisis ha de ser! ¡Lo que no hay trabajo!
– ¡Así haya trabajo! Lo que pasa es que algunitos como que le tienen fobia al trabajo y por eso se dedican a vivir del cuento…
– Bueno, pero tampoco se meta con mis amigos los literatos; que, aunque escriben lindos cuentos y poemas, eso no les da para vivir.
– Me refiero a los políticos, que nos viven cuentiando. Ahí van los tres candidatos, cual si fueran Reyes Magos, todo unos regalones para esta navidad; ofreciendo el oro, el moro y miles de promesas que jamás se cumplirán.
– Bueno, esos cuentos chundos sí que dan plata. Bueno, pero para eso son las promesas; para generar ilusión en las masas…
– ¡¿Acaso con eso el pan va a salir más sabroso?!
– No me refiero a las masas de harina y manteca, sino a las masas populares… Aunque en esas también hay uno que otro mantecoso.
– Así es el pueblo humilde y trabajador. Mientras los políticos; todos ellos alajitos, saludadores, de brazos abiertos, sonrisas alegres; aunque cuando lleguan al poder ya ni te conocen.
– Eso sin contar con los que quieren reelegirse; que más califican como candidatos para años viejos que para una nueva reelección, jeje.
– Qué será de hacer con estos anticipados antes de hora. Será que mejor los declaramos candidatos para monigotes, que está más cerca el Año Viejo que las elecciones, y eso si es seguro.
– Tiene toda la boca llena de rezón, compadre. ¿No le digo que no por mucho madrugar a aullar se aprende?
– ¡Ele! ¡¿No era que amanece más temprano?!
– Que amanezca o no amanezca ese no es el problema, compadre. Pero de que tienen que aprender a aullar, tienen que aprender. ¿No ve que los políticos son como lobos dispuestos a arrojarse sobre su presa?
– ¿Y nosotros? ¿A qué aprendemos? ¿A decir meeeee?
– ¿Meeeee? ¡Ni que ya hubiera vuelto el Mashi! No, compadre. Lo que nosotros tenemos que aprender es a no comer cuento y no elegir a ningún vividor para que solo él y sus acólitos se enriquezcan mientras nosotros estamos cada vez más pobres.
– Oiga, compadre… ¿Y por qué mejor no se lanza usted?
– No crea que no lo estoy pensando, compadre Ulbio. Ya mismito que me animo y les dejo a todos esos políticos palurdos con un palmo de narices, jeje.