Por Guido Calderón
El peor enemigo del turismo no ha sido el covid, sino el virus de la intolerancia de la cual Ecuador escapó, pero cayó Perú y ahora Chile, también es probable que Colombia, que se suma al club de los mayores emisores de fuga de capitales, donde reinan Argentina y México, lo que se traduce en un frenón a la inversión turística legal, deterioro de su calidad y debilidad en convocatoria.
La híper digitalización permitió al delivery hundir el negocio de restaurants y nos llenamos de cocinas fantasmas sin permisos ni supervisiones. Los Guías Profesionales fueron sepultados por las apps de actividades “gratuitas”, donde cualquier persona hace Guíanza a cambio de una propina obligatoria.
El turismo rural está en su mejor momento: el aire puro alcanzó una demanda que jamás imaginamos. Los paisajes, el verdor, ríos y cascadas, son añorados a precios altos. El Turismo Comunitario perdió una oportunidad de oro. Los líderes del odio y resentimiento reciben prensa en forma inversamente proporcional a la pérdida de potenciales viajeros. El riesgo de ser “ajusticiado” en sitios donde no son válidas las leyes ecuatorianas, no atrae turistas, solo más lunáticos soñadores de un nuevo Tahuantinsuyo, donde los no indígenas no asomamos.
Los gobiernos nacionales y locales, frente al virus, pasaron de actuar a velocidad de tortuga patoja a tomar medidas sin más sustento que el miedo, la suposición o la sospecha. Millones de horas perdidas en tramites inservibles. Se abren fronteras a ciertos grupos, a ciertas vacunas, la desigualdad entre habitantes de países ricos y pobres aumentó. Obtener una visa ya era difícil, ahora es imposible.
Jamás en la historia de la humanidad se amasaron tantas gigantescas fortunas en pocos meses. Productores de vacunas, pruebas, mascarillas, plásticos, han logrado ganancias en el mundo real, equivalentes de las conquistas de los antiguos imperios; y también el mundo virtual arroja miles de nuevos millonarios creadores de apps que controlan desde la ansiedad hasta el reconocimiento facial.
El Metaverso es una oportunidad y una amenaza, conoce nuestro subconsciente mejor que nosotros y su capacidad de manipulación nos robotiza, terminaremos cumpliendo las ordenes de Zuckerberg, privilegiando un universo virtual y alejándonos cada vez más del mundo físico.
Los líderes mundiales hablan de un nuevo turismo: más verde, sostenible, socialmente responsable, ruralizado; pero en Ecuador el motor del turismo masivo solo prende con alcohol y los políticos sostienen su popularidad con chiflada fiesta callejera. El analfabetismo emocional nos pasa una factura muy alta, si no lo erradicamos desde las escuelas y colegios, será más difícil gobernar un país melancólico, irascible y eufórico al mismo tiempo. El viajar por Ecuador, el conocernos para aprovechar nuestras diferencias es lo único que nos hará fuertes al sentirnos parte de un país rico en todo, donde no debe caber la pobreza económica ni emocional. / GC.