– ¡Ni sabe, compadre Ulbio! Soñé que me ganaba un millón de dólares como el otro día.
– ¡¿Quéee?! ¡¿El otro día se ganó un millón de dólares, compadre Indiscreto?!
– Nooo, el otro día también lo soñé.
– ¡Bah! No me haga emocionar, compadre. En medio de esta carencia de dinero…
– ¡No me diga que le está yendo mal en su nuevo negocio!
– Pues, si le digo, compadre; mi negocio no funciona, pasan los días y no entra ningún cliente.
– Pero… ¿siguió todos los consejos que le di?
– Al pie de la letra, compadrito; pero nada de nada.
– A ver, a ver; ¿puso los letreros?
– Los más caros, compadre.
– ¿Puso ofertas?
– Imposibles de igualar.
– ¿Propaganda?
– También.
– Entonces, mmm, ¿qué puede fallar? Vamos a ver… Déjeme echar un vitcazo… Letreros, propaganda, ofertas… ¡Pero sí será pendejo! Que no es con “C”. ¡Sastrería se escribe con “S”!
– ¡A chuta! Perdón, compadre; no me había dado cuenta, enseguida lo hago cambiar.
– ¡Claro pues! Así a cualquiera le va a dar miedo entrar a su negocio.
– Tiene razón, compadre; como ahora todos andamos con miedo.
– Todos no, compadre. ¿No ve a la intendenta? Ella sí que no le tiene miedo a nada ni a nadie; con su casco de guerra, como hormiguita atómica, logró desalojar a invasores de un bien privado de la parroquia Tarqui.
– ¡¿En serio?! Esa mujer sí que es de acción, compadre.
– Nomás hubiera visto. ¡Monstruo de operativo! Con más de cuatrocientos policías, militares y personal de la Gobernación para derrocar una casucha deshabitada, más chiquita que la casa de su perro.
– Pero, algo es algo; ya se sienta un presidente.
– “Un precedente”, compadre, “un precedente”; que presidente, como el que tenemos, ya es suficiente; ¡¿para qué vamos a sentar a otro más?! ¡¿Para que nos jodan el doble?!
– Mientras nada se hace con la mayor invasión, que es la de Té Zulay, así como de otros lugares privados que están invadidos desde hace mucho tiempo. Pero bueno, al menos se ha dado un golpe bajo a los invasores…
– Hablando de golpes bajos, mejor estuvo el golpe bajo que le dio el prefecto a un comunicador que todos los días le venía criticando y cuestionando.
– ¡¿En serio?! ¡Esa sí que no me la sabía? Cuente, cuente. ¿Cómo fue el asunto?
– Pues nada, que en la entrevista concedida al principal servidor de la provincia, salió a relucir un jugoso contrato que, por “servicios profesionales”, dicho comunicador había tenido con el anterior prefecto Guevara.
– Y eso ha de ser además de la publicidad.
– Clarito está. Entonces, en plena entrevista, el prefecto Granda le dijo: «Estas dolido, porque te dejé sin trabajo, así de simple».
– ¡Ujuju!… ¡Ese sí que ha sido un golpe bajo! Le debe haber tomado desprevenido.
– Bueno, el caso es que al final el periodista, que estaba muy gallito, terminó mansito pidiéndole un abrazo a Granda, jejeje.