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Chulla candidato nos sale más barato

por Andres Ortega

– Compadre Indiscreto, ¡qué bueno que lo veo! Le quería hacer una consulta de esas que le gustan.

– Consulte nomás, compadrito Ulbio, que para eso ya tengo reactivado mi nuevo consultorio político «El Bombo», donde le resolvemos hasta las dudas que no tiene.

– ¿Cómo será la cosa de votar en las próximas… elecciones que ya se vienen?

– ¿Elecciones, qué elecciones? Hable claro, compadre, que no estamos en carnaval para andar con máscaras.

– ¿No dicen que ahora en noviembre estamos nuevamente llamados a las urnas? ¡A cada rato! Como que uno pasara desocupado y solo sirviera para votar.

– ¡Solo para eso mismo servimos! Para votar, ahí termina nuestra participación democrática; después de eso, los políticos hacen lo que les da la gana. Pero éstas no son elecciones, compadre, tiene que ilustrarse bien. Se trata de una consulta y referéndum, que es como la prima hermana menor de las elecciones.

– Oh… Y, ¿cuál es la diferencia entre lo uno y lo otro? Si nos toca ir a dar el voto, es para que elijamos algo. Usted, que es bien ilustrado, lústreme a mí también, pues, compadre.

– ¡¿Lústreme, ha dicho?! ¿Qué me vio con cara del lustrabotas del barrio, que me pide que le lustre? Hable bien, compadre; se dice «ilústreme». Como quien dice: instrúyame, oriénteme o, en último de los casos, ¡sáqueme de esta ignorancia!

– Bueno, compadre, cómo quiera que se diga, la intención es la que vale. Y como dijo el Chavo, «la idea es esa, pero no es esa».

– Pues, verá, compadre, la diferencia es mucha. En una consulta no hay candidatos; no elige autoridades. Tiene que responder preguntas que el gobierno le hace, como, por ejemplo: ¿Está o no de acuerdo en que se reduzca el número de asambleístas? Usted responde Sí o No, así de simple, como eligiendo entre seco o caldo.

– Vaya pregunta, compadre. Eso ni deberían preguntar, pues es obvio que todos estamos de acuerdo en reducir el número de esos mal llamados “padres de la patria”, que de padres no tienen nada y lo que menos les interesa es la patria. ¡Son más las vacaciones que las soluciones!

– Bueno, sigamos. En cambio, en una elección, allí sí elige entre candidatos. Como lo que pasa en la Universidad Estatal Amazónica, que la comunidad está llamada a elegir nuevo rector.

– ¿Ah, caray? No me diga, compadre. ¿Y cuántos candidatos hay para esa dignidad? Porque ya es hora de que cambien al mismo de siempre, que está desde que yo me acuerdo… y yo me acuerdo hasta del “Sucre”.

– ¡Ahí está el problema, compadre! Que no hay candidatos, solo uno. Como la canción del Chulla Quiteño: «chulla candidato». Han calificado a una sola lista, encabezada por el rector en funciones. O sea, no habrá elección, sino ratificación. ¡Para que siga el mismo, como si fuera marca registrada!

– ¡Chuta, compadre! Ahí sí que me preocupó. O sea, como decía mi finada bisabuela: “allí se ensució la perra en el costal”. Amarraron bonito las cosas para que no haya competencia y se perennice en el poder “in secula seculorum”, o sea, ¡hasta que haya un Papa rockero!

– Bueno, usted siempre con sus frases, pero es exactamente lo que denuncian unos estudiantes. No hay oportunidad para nuevas personas; sigue el mismo de siempre.

– O sea, compadre, como quien dice, en nuestra UEA tenemos a un Putin que se cree vitalicio. ¡Hasta que la muerte los separe… o lo saquen a empujones!

– ¡Cuidado con esa palabra, compadre! Que “Putin” puede sonar a mala palabra y vaya a tener algún inconveniente.

– Bueno, si digo Putin, me refiero al presidente de Rusia, no estoy achacando nada bochornoso. Así como en Venezuela tienen a su Maduro, aquí también les dijeron “toma tu maduro”, je, je.

– La queja es que con una sola lista es una imposición, no un acto democrático. Y peor, que obligan bajo amenaza de sanción a quien no acuda a votar. ¡Imagínese, volver a las prácticas de la dictadura!

– No creo, compadre, que en una institución de más de 5 mil estudiantes y un montón de docentes, no haya nadie más interesado en esos cargos. ¡O es que les da miedo el “poder popular”!

– Bueno, compadre, quedémonos con esa duda: ¿dictadura o democracia? Usted vino a que lo ilustre en una cosa y me saca hablando de otra. ¡Quién lo entiende!

– Espere, compadre, siga nomás, que el chisme está bueno y yo soy más pegado que chicle en pelo.

– ¡A ver, compadre! Una cosa le digo claro: no me va a venir a dar órdenes en mi propia casa. Aquí mando yo, y si le digo “no más”, significa que ya basta. Y si no le gusta, se va por donde vino. ¡Faltaba más! ¿Que el chisme está bueno? ¡El chisme está bueno!

– Pero ¡qué genio tan disparejo, compadre! Se me rayó estando bonito. Hablando de dictaduras, ya ni en la amistad se puede tener democracia. Usted sí es bien putín… y no me refiero al presidente, sino a lo que es mismo. ¡Un abrazo, no se enoje!

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